6 Mitos Sexuales que te Han Contado y no son Ciertas:

La sexualidad ha sido un tema muy tabuizado y negado del que apenas se ha podido hablar durante décadas acerca sobre 6 Mitos Sexuales que te Han Contado y no son Ciertas. Si bien cada vez es mayor apertura y el acceso a la información, ésta no siempre es de calidad y rigurosa y determinados prejuicios siguen persiguiéndonos aún en el siglo XXI.

Pero si has llegado hasta aquí es porque estás dispuestx a replantearte lo que has aprendido o creído sobre sexualidad y estás deseando desterrar vetustas creencias. Esta nueva visión de la sexualidad puede que haga temblar ciertos “cimientos”, pero sin duda esta reconceptualización es necesaria si queremos disfrutar de una sexualidad placentera, plena y consciente.

Así que, ¡vamos a lo que venimos! ¡No dejaremos mito con cabeza!

MITO 1: SEXO = COITO

Tradicionalmente se entiende que las relaciones sexuales lo son en la medida que el coito esté presente. Preguntas como ¿Cuándo fue tu “primera vez”?, lo ponen claramente de manifiesto. Ante esta pregunta nadie piensa que le estén hablando de su primer beso, primera masturbación o primer masaje sensual: claramente entendemos que se refiere al primer coito. Y mentalmente, se establece en esa primera vez, “hito sexual”.

Pues bien, el coito es obvio que es una relación sexual, pero ni mejor ni peor, ni más “madura” ni menos, que una caricia, una estimulación genital o un cunnilingus. Pero parece que éstas son prácticas de segunda o que sólo forman parte de los mal llamados “preliminares”.

Amigxs… ¡Superémoslo! Somos mucho más que penes, vaginas y anos, como para reducir el sexo al coito. Tenemos dos metros cuadrados de piel con terminaciones nerviosas muy sensibles al tacto y a la estimulación como para perdérnoslo por concentrarnos exclusivamente en el “mete-saca”.

Debemos de tratar de desgenitalizar y descoitalizar las relaciones sexuales y entender que todo nuestro cuerpo es fuente potencial de placer y que las relaciones sexuales van mucho más allá del coito. ¿Aceptarías el reto de prohibirte el coito con tu pareja sexual por ejemplo durante los próximos 10-15 días? Quizás descubras nuevas técnicas amatorias que no sólo ampliarán tu repertorio, sino que desarrollarán mucho más tu potencial sensual y sexual.

MITO 2: EL MATRIMONIO ACABA CON EL SEXO

Esta extendida creencia puede tener cierta base, pero debemos ir más allá de ella. Para empezar no es que el matrimonio en sí “aniquile” nada. Es más bien el compromiso y la convivencia los que pueden resultar un potente anestésico del deseo. De hecho, tal y como describe Sternberg en su Teoría Triangular del Amor existen tres elementos que definen este sentimiento: pasión, intimidad y compromiso.

Pues bien, cuando el compromiso aparece por la puerta, el deseo y la pasión tienden a salir por la ventana, y es que se “alimentan” de cosas diferentes: el deseo y la pasión viven de la incertidumbre, lo imprevisible, la sorpresa… Mientras que el compromiso se nutre de lo cotidiano, la rutina, lo previsible…

Visto así, parece que estamos condenadxs a vivir en la estabilidad y seguridad del compromiso, renunciando a lo apasionado del deseo… ¡¡HORROR!! Pues no, ¡que no cunda el pánico! Si bien es fácil dejarse llevar por la comodidad del compromiso, debemos poner el foco en no dar nuestra relación por sentada y “trabajar” el deseo y la pasión. No olvidemos que hay que regar el jardín si queremos que este luzca verde y hermoso. Por eso, juegos y kits eróticos pueden ser un gran aliciente para alimentar el deseo y que la rutina no haga de las suyas.

MITO 3: EL OBJETIVO DEL SEXO ES EL ORGASMO

Querer sentir el orgasmo está bien, pero debemos orientarnos a disfrutar del “viaje” y no sólo del posible destino. Las relaciones sexuales pueden tener muchas finalidades: expresar sentimientos, compartir intimidad y comunicarnos, reproducirnos, soltar tensiones… y por supuesto, disfrutar y sentir y dar placer. Pero no debemos reducir el placer al orgasmo.

Como decíamos en el mito uno, tenemos miles de terminaciones nerviosas a lo largo y ancho de todo nuestro cuerpo, sensibles al tacto y la estimulación y capaces de hacernos sentir placer y excitación. No lo reduzcamos todo al orgasmo.

Quizás este paralelismo te ayude a entender mejor de lo que te hablo: Imagina un menú degustación, con sus suculentos entrantes de todo tipo, unos primeros exquisitos y unos segundos deliciosos, maridado por una selección de bebidas sublimes… ¡Ummm! Qué apetecible, ¿verdad? Este menú degustación remata con un postre, dulce y sabroso, que deja un buen sabor de boca. Pero… ¿renunciarías a todo sólo por el postre? ¿Te perderías todo el suculento menú? ¿O acaso comerías todo deprisa y corriendo para llegar cuanto antes al postre? Seguro que no… Cada uno de los elementos de ese menú es delicioso en sí mismo, y por más golosos que seamos, seguro que no renunciaríamos a semejante festín. Incluso, en ocasiones podemos quedar tan satisfechxs del menú, que renunciemos al postre y nos quedemos la mar de saciadxs.

MITO 4: SOY EL/LA RESPONSABLE DEL PLACER DEL OTRO/A. TENGO QUE SER UN/A GRAN AMANTE

Ríos de tinta han corrido para describir al mejor amante, y aunque esa bibliografía nos pueda ayudar a conocer mejor las zonas erógenas típicas masculinas y femeninas, las técnicas amatorias más avanzadas y las posturas más estimulantes, no podemos perder de vista una premisa: Mi deseo, mi sexualidad y mi capacidad para sentir placer está en mi.

Mi partenaire sexual me puede acompañar y quizás facilitar el camino, pero mi placer es mi capacidad y mi responsabilidad. Nadie será capaz de, por ejemplo, “provocarnos” un orgasmo si no nos dejamos llevar, por muy buen o buena amante que sea. Así que si quieres ser un/a “top lover”, conócete, explórate, juega contigo y ¡disfrútate como nadie! Y además así, dominarás el territorio para darle a tu compañerx sexual el mapa más completo para que te acompañe en la aventura del placer compartido.

MITO 5: DEBO SER MUY SEXUAL

Como en tantas otras cosas no es tan importante la cantidad como la calidad. Hemos pasado de ser una sociedad recatada, donde lo relacionado con el sexo era pecaminoso, a otra donde parece que el pecado es no ser hiperesexual, y todo ello sin pasar por la casilla de salida.

Lo cierto es que, obviando los extremos, no hay una medida óptima de relaciones sexuales y más si entendemos que, como dijimos en el mito número 1, las relaciones sexuales van mucho más allá del coito, pero en cualquier caso deberíamos poner el foco no tanto en cuántas relaciones sexuales tengo (a solas o en compañía) sino la calidad de las mismas, y en todo caso, si hablamos del parámetro de cantidad, tener en cuenta cuál es mi “línea base”, es decir lo que es representativo en mi (y no entrar en comparaciones con otras personas).

En el terreno de pareja (con exclusividad sexual), lo ideal (aunque no siempre sencillo) es tener un nivel deseo sexual similar, pero de no ser así, no hay que estresarse. Quizás la/el más “sexual” pueda disfrutar en ocasiones a solas o con la compañía de algún juguete, o el/la que sienta menos deseo pueda animarse con relatos eróticos para encender la llama. Eso sí, en temas de deseo hay que tener clara una cosa: nunca te fuerces a nada. Esforzarte sí; Forzarte, no.

MITO 6: EL TAMAÑO; CARRO GRANDE ANDE O NO ANDE

El tamaño no importa, o no tanto como se puede creer a priori. Lo cierto es que fisiológicamente un pene más grande no tiene por qué ser más estimulante que otro de tamaño medio. Las razones son varias:

  • Rescatando el mito número 1 de nuevo, para muchas relaciones sexuales el pene no es imprescindible: masajes, cunnilingus, caricias… y de serlo, su tamaño no limita la actividad en sí.
  • Si hablamos de relaciones vaginales y coito, la parte más sensible a la estimulación sexual, está en la vulva, el clítoris y el tercio externo de la vagina, por lo que un pene de poco más de 5-6 cm abarcaría esa zona.
  • Por otro lado, el cuello del útero es una zona muy sensible (a veces placentera y a veces molesta) por lo que un pene demasiado grande que estimule constantemente esta zona puede ser más un problema que una bendición.
  • En caso de relaciones anales, un pene excesivamente grande puede dificultar la penetración y si en el caso masculino, queremos estimular el Punto G prostático, este se encuentra a sólo unos 5 cm del ano, así que podríamos llegar a él sin necesidad de un “gran instrumental”.

Dicho esto, y que un pene más grande no garantiza más placer (ni menos), el tamaño puede ser algo que nos seduzca a un nivel más “psicológico”. Igual que nos puede resultar más atractivo un determinado tamaño en otras partes del cuerpo masculino y femenino (senos, caderas, glúteos, pectorales…), lo mismo nos puede ocurrir con el pene: no tiene por qué ser más placentero o estimulante, pero puede que me resulte más llamativo.