Mi primera experiencia lésbica Parte 2

Mi primera experiencia lésbica Parte 2…Volví a hablar con ella, ya estaba más tranquila. Me pidió disculpas que obvio se las acepté. Sin embargo, mi relación con ella no sería igual. Les debo admitir con toda la vergüenza del mundo, que aquel beso no había estado del todo mal, me había gustado, y todo lo que vendría después, me habría gustado mucho más…

Cumplo años en septiembre y por esos días estábamos organizando el mejor cumpleaños que podría celebrar. La idea desde un principio siempre fue invitar a mis amigos más cercanos, pero Ana insistía en invitar hasta el perro. Aquella noche efectivamente asistieron mis amigos de toda la vida, mi familia y uno que otro colado. Ana había organizado la mejor fiesta.

A medida que iba transcurriendo la noche, el licor también iba haciendo efecto. Yo ya estaba en un estado de borrachera absoluta y ni qué decir de Ana, se había emborrachado a punta de Vallejartos, digo vallenatos, de los viejos, de esos que se cantan a pulmón herido. ¿Alguna canción de esas estaría dedicada para mí? ¿Será que en medio de su borrachera se estaría acordando del beso en el parqueadero? Seguí disfrutando de la noche.

Poco a poco los invitados se fueron yendo, Ana y yo recogimos todo el desorden que habían dejado, a la final nos quedamos solo ella a yo en medio de un montón de botellas vacías de licor sin destapar. Debo admitir que sentí un poco de nervios por lo que podría pasar.

Entre risas, Ana y yo recordábamos todas las travesuras que habíamos hecho en el colegio y en una de esas conversaciones hubo un silencio sepulcral, sacó a relucir el tema del beso que nos habíamos dado. Sus ojos se clavaron en mí y yo no sabía cómo reaccionar. Esquivé su mirada y me hice la boba. Ella estaba sentada justo en frente a mí y en un momento se sentó a mi lado. Mi cuerpo sintió mucho susto, pero para ese momento el licor ya había hecho efecto.

Puso su mano en mi pierna y comenzó a decirme de lo linda que estaba, su cuerpo se fue acercando al mío y hubo un momento en el que ella y yo ya estábamos a 1 metro de distancia. ¡Me besó otra vez! y yo respondí con ganas desenfrenadas, a decir verdad lo estaba necesitando y queriendo.

Pasaron 5 o 10 minutos -no recuerdo- besándonos, su lengua se movía como una serpiente por toda mi boca. Mis manos recorrían su cuerpo, su espalda y su busto. Ella con pasión desenfrenada tocaba mi entrepierna, movía sus dedos, estaba sedienta y yo también.

De la sala pasamos a la habitación y ya estando más cómodas nos fuimos desnudando lentamente. Primero la blusa, después el brasier, luego el pantalón, hasta quedar completamente desnudas. ¡Dios mío, sí que lo estaba disfrutando!

Me besó los senos, los apretaba, Ana sabía realmente cómo satisfacer a una mujer, su experiencia era más que evidente. Yo gemía con mucho placer, me retorcía de la excitación. Pasó mi lengua por el abdomen hasta llegar a mi vagina, grité y mucho, por fin sentí un orgasmo, una palabra que no había estado en mi vocabulario nunca en mi vida. En los ocho años que había estado con Daniel nunca, pero nunca -lo admito con un poco de vergüenza-, había sentido lo que significaba uno, con él el sexo se había vuelto un libreto y Ana había convertido ese momento en una faena descontrolada.

El éxtasis del momento se prestaba para todo, incluso para hacerlo más de cinco veces hasta quedar fundidas del cansancio.

Después de aquella noche frenética, han pasado 3 años. Al día de hoy Ana y yo somos novias y puedo decir que, han sido los mejores años de toda mi vida.

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